CUIDADOS PARA UN IMPLANTE
Un implante es mucho más delicado que el propio diente y por tanto hay que cuidarlo más. Eso se hace extremando la higiene al máximo y yendo a revisiones periódicas a la clínica para comprobar que todo sigue bien.
Mucha gente pregunta cuánto dura un implante y eso depende de varios factores. Pensemos que el diente propio está pensado para durar en la boca toda la vida y aun así, lo perdemos, por lo tanto nadie puede garantizar que el implante vaya a durar más.
El implante es la mejor opción
Hay que partir de la base de que el implante es la mejor alternativa cuando se ha perdido una pieza dental. Es lo menos invasivo, ya que el puente o el aparato llamado “esquelético” implican a las piezas de alrededor y sobre ellas recaen las funciones que debería estar desempeñando la pieza ausente.
Es por ello que el implante es lo más parecido a la pieza dental original; tiene su “raíz” que es propio implante y la “corona” que es la pieza que se pone sobre el implante y que simula una pieza más de la boca.
Sin embargo, un implante siempre será una prótesis creada para osteointegrarse, es decir, para quedar integrada en el hueso sin que eso provoque ningún daño.
Implantes de calidad
Para ello, los implantes han de ser de calidad, realizados con materiales de alta gama y ser colocados por un/a dentista experto/a en implantología que realice un estudio previo para analizar si el paciente es apto para poder colocarle uno o varios implantes.
Lógicamente lo implantes de primeras marcas son más caros. Pero el precio no puede ser el único criterio que miremos a la hora de elegir dónde nos ponemos el implante porque, al fin y al cabo, es algo que va a estar en contacto con nuestro organismo.
Nadie elegiría una prótesis de rodilla “barata”, hay que elegir la que más vaya a durar y menos problemas vaya a dar. A la larga, se sale ganando con el implante que tenga una mayor inversión en investigación, tecnología y calidad.
En manos del/la paciente
Una vez puestos, parte de la responsabilidad queda en manos del/ la paciente. Si alguien ha perdido una pieza por sarro o un problema de periodontitis, dicha enfermedad- que es crónica-sigue estando viva y acechando al implante.
Debido a eso, los cuidados han de ser extremos: cepillado de dientes 3 veces al día, después de cada comida, utilización de seda dental o interdentales para limpiar entre las piezas y colutorio para la encías, en caso de tener problemas habituales con las encías.
Se recomienda ir a revisión a la clínica dental cada 6 meses o, al menos, una vez al año para realizarse una limpieza profesional con ultrasonidos, para eliminar cualquier resto de sarro.
Una vez en la consulta, el/la experto/a en implantología sabrá detectar los primeros síntomas de que algo va mal por el color de la encía, la percusión ( un ruido muy específico que hace el implante cuando se le da un golpecito) y con una radiografía, podrá comprobar el estado del mismo.
Fracaso
El porcentaje de fracaso de los implantes está alrededor del 10%. Es lo que se conoce como periimplantits: inflamación de los tejidos y perdida de hueso. Es la “periodontitis” de los implantes.
Debido a la proliferación de bacterias agresivas- causadas normalmente por el sarro- se produce una inflamación de los tejidos que rodean al implante y se acaba perdiendo hueso, con lo que el implante empieza a moverse o directamente se cae.
No siempre es responsabilidad del paciente, a veces, el implante no se integra en el hueso. Ocurre una especie de “rechazo” cuyas causas aún no se conocen del todo, aunque se sabe que tiene origen bacteriano.
Se dan casos de poner varios implantes a una misma persona y-siendo los mismos implantes y la misma intervención-unos se han osteointegrado y el de al lado no.
A veces, se puede “salvar” dicho implante con una profilaxis muy específica y, en otros casos, no queda más remedio que renunciar a él, dejar pasar un tiempo para que el hueso se regenere y volver a intentarlo.
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