GINGIVITIS Y PERIODONTITIS: CUANDO LAS ENCÍAS PIDEN SOCORRO

Cuando una encía sangra hay que “escucharla” porque está pidiendo ayuda. Nos está alertando de que en su interior se ha formado sarro y que las bacterias están multiplicándose en él.

Si dichas bacterias continúan avanzando, podrían arrasar el tejido periodontal que une la raíz al hueso alveolar. En definitiva, el diente ya no estaría sujeto y sería el principio del fin.

Las encías tienen una importancia suprema en nuestra boca: por un lado, protegen al diente para que no entren en su interior restos de alimentos y bacterias y por otro, lo sujetan al maxilar junto con el resto del llamado periodonto (ligamento periodontal, cemento radicular y hueso alveolar)

Los problemas empiezan cuando no nos cepillamos bien “el cuello” del diente, que la parte del esmalte que está más cerca de la encía y ésta empieza a ser invadida por las bacterias.

Primero se forma la placa bacteriana y, con el tiempo, ésta se transforma en sarro. El sarro no es lo peor, lo más preocupante es que las bacterias utilizan ese sarro para proliferar e ir avanzando, por el interior de la encía, hasta la raíz.

Gingivitis

Cuando esto empieza a ocurrir, la encía nos da la voz de alarma: sangrando, inflamándose o ambas opciones. Es lo que se llama “gingivitis”.

Atención a los fumadores, porque uno de los efectos del tabaco es que hay una menor vascularización de la encía y por tanto, no sangra, no avisa y eso es mucho más peligroso, ya que el paciente no es consciente de lo que está ocurriendo en su boca.

En todo caso, la solución es relativamente fácil: hay que hacerse una limpieza, llamada en lenguaje técnico detartraje o tractectomía, en una clínica dental de la mano de un buen profesional.

Con los aparatos de ultrasonidos se conseguirá expulsar el sarro del interior de la encía y, al dejarla limpia, la encía se desinflamará y volverá a adherirse a la pared del diente, pudiéndole proteger de nuevo.

Si dejamos que esta infección avance, el sarro y las bacterias van profundizando hacia la raíz de la pieza dental y su acción puede ser devastadora.

Periodontitis: pérdida de hueso

Es cuando el diagnóstico pasa a ser: “periodontitis”. En este caso, la infección ha afectado al periodonto y ha empezado a romper el ligamento periodontal que une la raíz al maxilar y las bacterias empiezan a destruir el hueso.

Exteriomente, se aprecia porque la encía está más que inflamada, ha dado paso a la formación de “bolsas periodontales”, que aparecen cuando la infección traspasa la barrera defensiva de la encía y avanza hacia el hueso alveolar.

Simultáneamente, la encía empieza a huir, se reduce y deja al aire parte del cemento de la raíz, lo que en Odontología se conoce como “encía retraída”.

Cuanta menos encía tengamos, menos sujeción tendrá el diente y más aumentarán las posibilidades de perderlo.

Es obvio constatar que el tema es muy serio porque si no se detiene la infección, podemos perder la pieza dental.

Soluciones

En el caso de la “gingivitis” la mejoría es sencilla: pasaría por una limpieza profesional en una clínica dental con aparatos de ultrasonidos y las encías recuperarían su aspecto original, siempre y cuando el paciente se comprometa a cuidar su higiene bucal.

En el caso de la “periodontitis” también existe una solución posible, siempre que se llegue a tiempo. La encía perdida es irrecuperable, pero podemos conseguir frenar su retirada. Eso ya sería un triunfo.

En este caso, lo que se ha de hacer es limpiar toda la infección que está amenazando a la encía y conseguir que la pieza dental vuelva a estar firmemente anclada en su maxilar correspondiente.

Raspado y Alisado Radicular

Para ello, no bastaría con una limpieza en profundidad, puesto que los aparatos de ultrasonidos ni pueden, ni deben introducirse tan profundamente. Para estas situaciones, se recurre a una desinfección manual con un instrumental específico denominado “curetas”.

Es lo que se conoce como RAR (raspado y alisado radicular). Consiste en, manualmente, a través de estos instrumentos afilados, ir desprendiendo todo el sarro que se ha adherido a la raíz del diente, así como el tejido que estuviera necrosado o infectado dentro de la bolsa periodontal.

Al ser una tarea delicada y minuciosa, el raspado se suele hacer en 4 sesiones (una por cada cuadrante de la boca) con una separación de 7-15 días entre ellas.

Una vez finalizado este primer raspado y pasado un tiempo (mes o mes y medio) se volvería a citar al paciente para comprobar que las “bolsas periodontales” han desaparecido y que se ha conseguido restaurar la salud en las encías.

Mantenimiento

La “periodontitis” se considera una enfermedad crónica y el paciente tiene que estar concienciado que se ha de cuidar toda la vida. Esto significa, ser escrupuloso en el cepillado de los dientes y acudir unas 3 veces al año, al menos, a la consulta odontológica a realizarse una limpieza de boca y para que los especialistas puedan hacer un seguimiento correcto.

En caso de avance de la enfermedad, ésta puede ser frenada a tiempo si es detectada oportunamente. Si el paciente está consiguiendo buenos resultados respecto a su higiene oral, dichas visitas se espaciarían.

Todos estas patologías infecciosas pueden afectar tanto a los prótesis como a los implantes, puesto que las encías continúan siendo las originales y por lo tanto, expuestas a las mismas amenazas que cuando albergan un diente natural.

Es más, se recomienda especial cuidado con todo este tipo de prótesis, coronas e implantes, puesto que las soluciones pueden ser mucho más complicadas, tal como ya explicamos en un post anterior sobre implantes.

Una buena higiene bucal evita todas estas complicaciones y ayuda a mantener la boca sana y fuerte.