EL MEJOR VERANO DE TUS DIENTES
El verano puede ser un momento perfecto para cuidar tus dientes más que nunca o, por el contrario, se puede caer en el abandono. En vacaciones se le puede dedicar más tiempo y cuidado al cepillado, con lo que la salud de tu boca mejorará notablemente. Pero, al hacer más comidas fuera de casa, nos podemos saltar algún cepillado crucial. Sé de los/las que ganan con el verano.
Si algo tienen las vacaciones es que disponemos de más tiempo libre y por tanto nos podemos cepillarnos los dientes 3 veces al día, después de cada comida, con mucha más tranquilidad. Es un buen momento para concentrarse en cómo lo hacemos y comprobar si llegamos a todos los rincones de la boca o, sin darnos, cuenta siempre hay alguna muela que queda sin cepillar.
El spa para tus dientes
Mejor si una vez al día, en el momento que más calmados estemos, nos pasamos el hilo dental entre aquellos dientes que tenemos más juntos o superpuestos. Recordar que la seda dental elimina el sarro que se acumula entre los dientes, sobre todo si estos están “montados” y limpia las encías. La seda evita que los bordes laterales de los dientes se pongan amarillos y den sensación de suciedad.
Si ya queremos regalarle a la boca un spa dental, por último podemos refrescarla con un colutorio; los que contienen flúor son perfectos para la gente que tiende a padecer caries o que lleva muchas obturaciones (empastes) en la boca.
Para las personas que tienen tendencia al sangrado de las encías, podría ser bueno los colutorios que hay específicos para esta patología ( con clorhexidona o triclosán) ya que, después del cepillado, lograrían eliminar algunas de las bacterias que están atacando las encías.
Mayor hidratación
Otro aspecto bueno del verano es que tendemos a beber más con lo que la boca suele estar más hidratada y eso es magnífico para las mucosas bucales y para toda la boca en general. Además frutas como la sandía o el melón son muy buenas para la salud bucodental porque no tiñen los dientes y ayudan a esa deseada hidratación.
En estos meses, solemos aumentar también el consumo de verduras (ensaladas, gazpachos, cremas de verduras) y todas ellas tienes vitaminas que redundan en la salud en general y en la boca en particular. Todo lo que es sano para tu cuerpo, también lo es para tu boca.
Peligros del verano
El mayor peligro del verano es decuidarse con la higiene. Confundir el relajar las costumbres con relajar la higiene porque cepillarse los dientes es, en esencia, una cuestión de salud.
Importante, no saltarse ninguno de los 3 cepillados diarios. Cierto es que son días de comer y cenar fuera de casa…pero podemos llevar encima un cepillo pequeño con el que eliminar los restos de comida después del postre y el café, o, lavárnoslos al llegar a casa sea la hora que sea.
Helados: buenos y malos
Uno de los postres más deseados con el calor son los helados. Como ya es sabido, contienen mucha cantidad de azúcar. Si después de disfrutarlos, nos lavamos los dientes…no pasará nada porque con el cepillo impediremos que esos azúcares se queden pegados en el esmalte y que sean alimento para las bacterias malignas.
También podemos utilizar los helados a nuestro favor: si al tomarlos notas alguna molestia en los dientes es que padeces sensibilidad dental. Entonces te recomendamos utilizar una pasta de dientes específica para la sensibilidad dental y así podrás comer helados con toda la tranquilidad del mundo.
En cuanto puedas, acude a tu dentista porque la sensibilidad es muy molesta y se mejora mucho con la aplicación de flúor. Además, la sensibilidad puede estar provocada por el desgaste de los dientes debido al bruxismo o por problemas periodontales que estén dejando las raíces de nuestros dientes al aire.
Así que pueden ser un buen termómetro de nuestra salud bucodental. Si los polos o helados no producen ninguna molestias serán la prueba fehaciente de que no tenemos ningún problema de sensibilidad dental.
Una recomendación: todos los postres azucarados es mejor comerlos después de la comida o la cena que tras la merienda. ¿Por qué? Os preguntaréis: pues porque con una comida larga se produce una mayor salivación. La saliva tiene componentes protectores del esmlate y ayudan a remineralizarlo.
Por tanto, puestos a comernos un buen helado mejor cuando la boca esté más protegida. Si lo tomamos para merendar la boca llevará unas horas sin actividad y tendrá menor disponibilidad de saliva, con lo que estará menos protegida frente al ataque de las bacterias bucales.
Dichas bacterias que habitan nuestra boca se alimentan fundamentalmente de azúcares. Al entrar en contacto con ellos segregan un ácido que es el que corroe el esmalte y da inicio a su perforación y, por lo tanto, a las caries.
El relax y el bruxismo
Otro descubrimiento del verano puede ser comprobar si padecemos o no bruxismo, es decir, si al dormir rechinamos los dientes o apretamos la mandíbula más de la cuenta.
Con el relax, nos podemos dar cuenta de si, al despertarnos, notamos algún tipo de molestia en la mandíbula o a la hora de abrir la boca.
La vorágine cotidiana nos hace estar en un estado permanente de estrés, con lo cual, no notamos si estamos apretando los dientes por la noche o no. Sin embargo, al bajar el ritmo, nuestro cuerpo también baja su nivel de sufrimiento y es cuando pueden salir todas aquellas dolencias que estaban acalladas por la tensión global.
Por tanto, mejor si aprovechamos el veranos para cuidarnos y para estar más pendiente de nuestro cuerpo en vez de descuidarlo. Cuidarse los dientes es una cuestión de higiene y de salud. Una boca limpia es una boca sana, así que sólo queremos el mejor verano para vuestros dientes.
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